"H db0amz nowy y w8mdis en el jastdriz¿al k" baño del Krooner 02:12 17/12/2010 MODERNA, La

EXTRA, EXTRA!!B. es una guarraaaa

lunes, 27 de diciembre de 2010

Que é iso que soa aló enrriba?

Podéis creer al abajo firmante o no, pero os digo que en el trastero de mi abuela hay un zombi. Oh, no, cómo es posible, dirán unos; el tío del pijama de pingüinos se ha vuelto (aún más si cabe) loco, dirán otros; es cosa de las setas, comentarán los más originales.

Esto ocurrió en tiempos en los cuales aún no sabía de la existencia de mis dos queridas compañeras de desventuras. No pocas veces el menda se ha quedado a dormitar en casa de su abuela, en la aldea de Pedroso (Narón, por favor, no el Pedroso de Santiago). La casa, un típico hogar de campo gallego, lleva en pie desde los albores del siglo pasado, 1920, creo recordar. Ha sufrido reformas en varias ocasiones, pues se le ha añadido un garaje, arreglado la cocina y albañilerías variadas, vamos.

Pero el trastero jamás se tocó, por lo menos hasta hace cinco años. Ahora si, hoy en día el bendito desván es un primor, con ropa tendida, madera nuevecita en el suelo, libre de carcoma, e incluso un par de taburetes por si a alguien se le mete en la quijotera la sublime idea de hacerse un tiempecillo allí arriba. Pero hace cinco años las cosas eran distintas. Se daba el infortunio de que mi cuarto cuadraba exactamente enfrente de las escaleras del trastero y la puerta del habitáculo en el cual me hallaba no cerraba convenientemente, teniendo la desagradable manía de abrirse por si misma cada cierto tiempo. Y, amigos míos, no veáis lo que acojonaba estar de noche allí, intentado conciliar el sueño plácidamente, y que la puerta de las narices se abriese sola. Y eso no era lo único, lo peor es que en el desván había ruidos. Y no eran ruidos normales. Pasos, crujidos, arañazos y diversos indicios de vida animada eran el pan de cada noche en esa casa. Recuerdo el día en que por algún extraño motivo, los cuantiosos gorriones que gustaban de anidar entre los huecos del tejado, dejaron de hacerlo para siempre, y no era por el gato, pues el pobre minino jamás subía al trastero de marras.

Conclusión, clara y concisa, sin peligro de equivocación ni posibilidad de rectifique, había un zombi. Probablemente un tío perdido, un primo o quizás mi abuelo desaparecido hace cincuenta años, que nadie sabe en teoría donde se halla, pero allí había un zombi. ¿Cómo se infectó? Lo ignoro. Lógicamente hubo de ser exterminado cuando hicieron los arreglillos desvaniles, por llamarlos de algún modo. Tal vez la abuela de uno sea en realidad una experta en no muertos, tal vez sea ella la verdadera escritora del libro de supervivencia contra zombis. Nunca lo sabremos.

1 comentario:

Deja tu frase de borracho amistoso por favor.